02-06-2014
Autor
TAU Editorial Team

El presente artículo redactado por TAU Editorial Team.  Es extraído de la obra de José Corrales “La Gestión Creativa” (1991), editorial Paraninfo sa; con algunas adaptaciones realizadas para el TAU Editorial Semestre Junio-Noviembre 2014.

Por Dr. JR Rivas, Ph.D.

Reconociendo que la creatividad es una de las capacidades más importantes y útiles del ser humano; y que el pensamiento lógico es aquel que se desprende de las relaciones entre los objetos y procede de la propia elaboración del individuo. Los términos creatividad e innovación se utilizan a veces  indistintamente, aquí utilizaremos el término creatividad para referirnos a la concepción de la idea e innovación para su puesta en práctica.  La innovación arranca de las ideas creativas; de las ideas que permiten solucionar problemas que hasta entonces nadie había podido resolver o que aportan mejores soluciones a problemas ya resueltos.

El cerebro humano utiliza dos caminos distintos para resolver problemas: el de la lógica y el de la creatividad. Pero sólo este último conduce a la innovación.

La lógica es un proceso consciente que utiliza reglas o procedimientos previamente aprendidos para llegar a la solución. Sirve por ejemplo para encontrar el cociente entre números. Por el contrario, la creatividad es un proceso inconsciente que tiene mucho más que ver con la súbita y casi inesperada inspiración que con el avance metódico y paso a paso de la lógica.

Al tener que apoyarse en reglas previamente aprendidas, la lógica sólo se puede aplicar en problemas de estructura similar a la de otros de solución ya conocida. No sirve para llegar a soluciones novedosas. Todas las ideas que suponen un avance, un salto o la apertura de un nuevo camino, son debidas al pensamiento creativo. Incluso muchos avances que pudieran parecer más propios del razonamiento lógico que del impulso creativo se sabe, por las memorias de sus autores, que fueron debidos a la inspiración creativa y no a la conclusión de un razonamiento lógico y sistemático.

La creatividad es la más trascendental de todas las características del ser humano. Es la que le ha ido facilitando las ideas necesarias para poder abandonar las cavernas, dominar a las demás especies del planeta y situarse a las puertas de la colonización del espacio.

Curiosamente la creatividad, que es fundamental para el éxito profesional de la persona, puede ser incluso contraproducente para el éxito de los estudiantes. Lo que el sistema de enseñanza espera de los alumnos es que recuerden los datos enseñados y, sobre todo, que sean capaces de extraer de ellos consecuencias lógicas. Por eso memoria y lógica son dos características básicas para el éxito en los exámenes. Sin embargo la creatividad conduce a soluciones novedosas e inesperadas y todo el mundo sabe que ello puede resultar peligroso en un examen.

Wallach y Kogan hicieron un estudio exhaustivo con cuatro grupos de niños y llegaron a la conclusión de que la mejor  combinación para lograr el éxito académico es una alta capacidad de razonamiento lógico y una baja creatividad, porque estos niños se convierten en “adictos a los logros escolares”. Pero cuando años más tarde esos adictos a los logros abandonan las aulas, sin que nadie haya hecho nada para desarrollar su creatividad, sucede que carecen de la habilidad necesaria para aportar soluciones innovadoras a las situaciones competitivas de la vida real.

Esta es una de las razones por la que tantos estudiantes brillantes se quedan después  en medianos profesionales. Las soluciones aportadas por el razonamiento lógico sólo conducen a la medianía, porque suelen estar al alcance de cualquiera.  Hasta las personas muy torpes, siempre y cuando tengan la formación adecuada, pueden encontrar soluciones lógicas. Las de elevado cociente de inteligencia las lograrán en unos segundos y los menos dotados tardarán bastante más, pero generalmente llegarán a encontrar las mismas soluciones. Es como las casas, que cualquier arquitecto sabe hacerlas, pero sólo unos pocos consiguen esos diseños que causan admiración por su tranquila y proporcionada belleza.

Tampoco es de gran ayuda la capacidad creativa a la hora de superar pruebas de inteligencia. La inteligencia se puede definir como la capacidad para resolver cualquier tipo de problemas y por tanto engloba el razonamiento lógico y el creativo. Pero las pruebas de inteligencia miden fundamentalmente la capacidad de razonamiento lógico e ignoran el segundo componente de la inteligencia, que es la creatividad. A pesar de los esfuerzos realizados por psicólogos como Guildford, Torrance o Wallach, para corregir esta situación, las pruebas siguen midiendo esencialmente la capacidad, o mejor dicho, la velocidad del razonamiento lógico. La típica batería de pruebas de inteligencia mide unos 23 factores mentales distintos; pero de todos ellos sólo dos o tres, como la fluidez de ideas y la fluidez de palabras, están vagamente relacionados con la creatividad. Esto no es porque los psicotécnicos menosprecien el papel de la creatividad, sino porque ésta es muy difícil de medir en una prueba.

Sucede muy a menudo que, una vez que se ha desarrollado un instrumento para medir una variable, ésta deja de ser lo que era para pasar a ser lo que mide el instrumento. Por eso ahora algunos psicólogos, entre otros, dicen que “la inteligencia es aquello que miden las pruebas de inteligencia”. Y efectivamente esto es lo que ha sucedido, que nos hemos habituado a identificar inteligencia con el razonamiento lógico medido por pruebas y nos hemos olvidado de un factor tan fundamental como la creatividad.

Por eso parece haber poca relación entre inteligencia y éxito profesional, porque lo que realmente comparamos es el razonamiento lógico y no la inteligencia global; y, sin embargo, la facultad que nos permite resolver los problemas de la vida real de forma más eficaz que los demás, y por tanto nos da ventajas competitivas, es siempre la creatividad no la lógica. Y es una suerte que sea así, porque la capacidad de razonamiento lógico queda determinada a muy temprana edad; el cociente de inteligencia que tenemos a los 8 años es el que vamos a tener el resto de nuestra vida. Nada podemos hacer para aumentarlo.

Sin embargo, la creatividad no parece tener límites. Con un poco de esfuerzo cualquiera puede desarrollar su capacidad creativa hasta límites insospechados. Un buen ejemplo de hasta dónde se puede llegar nos lo dio un niño que fue expulsado por retraso mental de una escuela de Fort Huron, en Michigan. Este niño, que se llamaba Edison, llegó a patentar nada menos que 1.030 inventos. Entre ellos algunos de los más notables de la historia de la ciencia.

Gracias a J. Corrales, por su excelente libro.