01-06-2017
Autor
Dr. J. R. Rivas
Chancellor, Tecana American University

La semana pasada en nuestra Facultad of Social, Human Behavior & Health, analizamos uno de los trabajos bibliográficos del Dr. S. Nacht +. Quien fuera fundador y director del Instituto de Psicoanálisis de París, y vice-presidente de la Asociación Internacional de Psicoanálisis. Por ello hago una sinopsis en este artículo, de su Enfoque del Estudio Psicoanalítico de los Estados Depresivos, basado en su libro publicado en 1967:“La presencia del psicoanalista”, editorial Proteo.

Consideraciones Previas

El estudio del estado depresivo conduce al psicoanalista al núcleo mismo del drama fundamental que desgarra el corazón del hombre, pues este es habitado por dos fuerzas que en apariencia poseen igual poderío, y que son contradictorias, ya que tienen sentidos opuestos. Y, sin embargo, estas fuerzas pueden estar en ocasiones íntimamente mezcladas, ligadas entre sí, e inclusive sustituirse una por otra.

Así, el hombre es movido por la imperiosa necesidad de amar, de crear, de construir, y por la necesidad contraria, igualmente tiránica, de odiar y destruir.

Sucede que estas fuerzas sean dirigidas por o en contra él mismo. Si odia, el hombre adoptará inconscientemente conductas autodestructivas; si se acepta y se abre a una actitud positiva, optará por conductas benéficas.

Sabemos que el amor cede a menudo ante su contrario – el odio -, y sabemos también que cuando ese odio no tiene la posibilidad de volcarse sobre el mundo exterior, sumerge en mayor o menor grado el mundo interior del hombre.

Este “mayor” o este “menor” son los que dan su color específico a los diversos estados depresivos, desde la “pequeña” depresión neurótica hasta la gran melancolía delirante.

Definición y Datos Clínicos

De tal modo, no es posible disociar unos de otros los distintos estados depresivos que la clínica y la tradición distinguen en mayor o menor medida.

Para evitar toda ambigüedad terminológica en la base misma de este estudio, llamaremos deprimido [déprimé] al enfermo en estado de depresión y depresivo [dépressif] al sujeto expuesto o predispuesto a la depresión; y definiremos la depresión como un estado patológico de sufrimiento psíquico y de culpabilidad consciente, acompañado de un marcado descenso del sentimiento de autovaloración y de una disminución no definitiva de la actividad mental, psicomotriz, e inclusive de las funciones orgánicas.

Y subrayamos de antemano que esa definición descriptiva no permite admitir sin reservas los términos de “posición depresiva” y de “depresión anaclítica” utilizados respectivamente por Melanie Klein y René Spitz, para designar hechos cuya importancia, sin duda, no pensamos discutir, y que en nuestra opinión, habría sido preferible designar con términos originales para evitar la confusión en los conceptos que provoca, casi irremediablemente, la confusión en las palabras.

Pero en el marco de la definición clínica que hemos dado, observamos variantes semiológicas importantes. El estado depresivo es más o menos intenso; en ocasiones, inclusive es apenas latente. Ora las operaciones mentales están alteradas, son más lentas, quedan oscurecidas, ora se encuentran casi intactas. Ora el estado es dominado por la tristeza y la culpabilidad, ora por un seguimiento de vacío y de aniquilamiento. Ora el enfermo nos escucha, ora no nos escucha, etc. Nuestras concepciones psicoanalíticas deben explicar estas diferencias clínicas. Por ello orientaremos nuestro estudio según la óptica de la unidad fundamental y de la diversidad aparente de los estados depresivos.

Dado que no es posible extenderme mucho, no nos referiremos a las constantes y las variables. Estas se encuentran tanto en el nivel de los factores desencadenantes de la depresión cuanto al de la dinámica y la economía propias del estado depresivo, y al nivel, por último, de la personalidad de los depresivos.

He aquí, pues, esbozado el plan a seguir que prescribe Nacht, a continuación vamos solo a mencionar los factores desencadenantes:

Antes que nada, en lo que concierne a los factores desencadenantes de la depresión, se reduce siempre:

  • A una modificación del régimen pulsional y defensivo;
  • A un cambio en la relación del sujeto con el objeto, y a su imagen.

La pérdida de amor es la situación depresivante fundamental, ya sea porque el sujeto no es o siente que no es más amado, ya sea, en igual medida, porque el mismo no puede ya amar, o porque no puede sentirse amado.

Y la ruptura de un vínculo estrecho y mutuo de amor es el origen de todos los estados de depresión.

Se trata de una noción en todo sentido clásica en psicoanálisis, desde la vinculación sólidamente establecida por Abraham y Freud entre el duelo y la depresión.

Así, la depresión aparece, en el plano pulsional, como determinada por la defusión instintiva y la reducción, hasta convertirse en minoría, de las pulsiones de amor.